sábado, 13 de octubre de 2012

SABER, CONFIAR Y CREER… PARA PODER AMAMANTAR.


El otro día hablando con la matrona le pregunté si ella en la consulta ya percibe qué mujeres darán el pecho cuando nazcan sus bebés y qué mujeres no lo harán. Me confirmó rotundamente que sí.  Cuando a una embarazada le preguntas si dará el pecho y te contesta “sí, lo quiero intentar…PERO no sé, dependerá de si tengo suficiente leche (…)” ya sabes que esta mamá va a tener más dificultades para dar el pecho que aquella que simplemente te contesta “claro” o “sí, eso quiero”. 

Hay diferentes motivos por los que a una mujer le puede llegar a ser imposible amamantar, también hay otros motivos por los que una mujer puede decidir no hacerlo (a pesar de que sí pueda), pero hay un factor importantísimo que desencadena el fracaso en la LM y es la FALTA DE INFORMACION, lo que genera inseguridades. Además, es que existen muchos falsos mitos (procedentes precisamente de esa falta de información) que justifican por qué una madre no puede dar el pecho a su hijo, o por qué y cuándo debe introducir un biberón. Si nos dejamos llevar por todo esto es muy probable que a la mínima duda dejemos de lado el pecho y demos el biberón, por eso creo que si lo que queremos es DAR EL PECHO, tenemos que romper todas esas falsas creencias, pero no solo diciendo que son falsas, sino explicando por qué lo son: ES DECIR, INFORMÁNDONOS.
Por resumirlo de alguna manera, para dar el pecho tienes que SABER, CONFIAR Y CREER.
- SABER a qué te enfrentas al dar el pecho, pues así cogerás las riendas y podrás saber qué hacer para establecer una buena lactancia.
- CONFIAR en tu cuerpo y en la naturaleza, pues ellos se encargan de darte la posibilidad (fisiológica-mental-emocional) de amamantar.
- CREER en tí misma y en las decisiones que tomas, pues de esa manera persistirás en tu objetivo a pesar de que el camino no sea del todo fácil.

Aunque muchas veces nos olvidamos, los seres humanos somos la evolución de los animales, y como ellos, estamos llenos de instintos, genética, leyes biológicas que funcionan sin que tengamos que poner conciencia en ellas. Es más, funcionan y no sabemos muchas veces ni cómo, ni por qué. Sin embargo están ahí, y son maravillosas. Una de la más importante, creo yo, es la de SUPERVIVENCIA. Y muchas cosas que nos parecen insignificantes en realidad son muy importantes pues nos están ayudando a sobrevivir, a que la especie humana no desaparezca. Por ejemplo… ¿cómo puede ser que el feto sepa cómo debe posicionarse durante el embarazo y el expulsivo? ¿Cómo pude ser que nada más nacer ya sepa buscar el pecho de su madre y succionar? Hay miles de preguntas que podríamos hacernos y todas tienen su respuesta, pero al fin y al cabo, todas se refieren a lo mismo: la naturaleza de nuestro cuerpo se encarga de darnos todo lo necesario para que el bebé sobreviva, para que la madre lo saque adelante, con el fin de que la especie humana crezca y perpetúe en el tiempo.
Por supuesto que, llegados a este punto, tenemos que admitir que la naturaleza a veces tiene sus fallos y, por causas concretas, algunos de estos fenómenos no se dan: algunos bebés no se giran durante el embarazo y permanecen de nalgas o transversales en el momento del parto, otros bebés no se enganchan al pecho con facilidad... Y para eso hemos evolucionado y tenemos técnicas que nos ayudan a sobrevivir a pesar de esos inconvenientes: una cesárea (donde no morirá el bebé ni la madre), unas pezoneras, un biberón, un sacaleches, (que permitirá que el bebé se alimente a pesar de todo).
Pero si nosotras valoramos la naturaleza de la que procedemos y decidimos que intentaremos dar el pecho a nuestro hijo, tenemos que CONFIAR  EN NUESTRO CUERPO Y EN LA NATURALEZA, confiar en que estamos preparadas para ello.

Aquí entra en juego entonces el hecho de CREER y SABER. Para confiar en  nuestro cuerpo, primero tenemos que SABER, conocer, tener información. Porque resulta que, si todo marcha bien (que es lo NORMAL), nuestro cuerpo sabe qué debe hacer para amamantar, nuestro hijo sabe qué hacer para alimentarse del pecho, pero… ¿y nosotras? ¿Sabemos qué debemos hacer, cómo debemos alimentar a nuestro hijo? Yo creo que si no tuviéramos en cuenta las dudas que ofrece la sociedad, cada mujer llevaría dentro de sí ese “saber dar el pecho”. Pero estamos demasiado influenciados por el exterior, y ese impulso femenino-interno no lo escuchamos. Desde fuera nos llegan prejuicios, dudas, críticas, exigencias que nos infundan inseguridad. Si nos sentimos así por lo que dice mi madre, mi suegra, mi abuela, por lo que me contó mi tía, mi amiga…se pierde parte de ese “instinto” que tiene la madre y se vive algo que es absolutamente femenino como algo extraño, ajeno.  Por eso informarnos nos dará tranquilidad, no hará reflexionar sobre lo que somos capaces de hacer como mujer, y sabremos cómo reaccionará nuestro cuerpo. Eso nos permitirá confiar y CREER en nuestras capacidades, en nuestros deseos, objetivos y decisiones. Cuando decidamos dar el pecho ya no será “hombre, yo quiero porque es lo mejor para mi hijo, pero a ver qué pasa luego, a ver si puedo, a ver si…” sino que tendremos la convicción de “claro que sí, pongo todo mi empeño en conectarme conmigo misma, con mi cuerpo, para conseguir establecer una lactancia con éxito”.

Después, es cierto que pueden pasar mil cosas, y puede que por algún motivo al final no podamos dar el pecho, o tengamos que recurrir a una lactancia mixta. Y en ese caso, no hablamos de fracaso, sino de circunstancias, porque cada mujer tiene las suyas. Pero lo que está muy claro, es que sin SABER, CONFIAR Y CREER es muy probable que ni siquiera se consiga mantener la lactancia más allá de la primera semana de vida del bebé.  

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